La idea de nuestro compañero Santiago de embarcarnos en una aventura ferroviaria con la excusa de comer en el antiguo poblado minero de La Nueva nos ha permitido descubrir no solo el placer de un viaje en un trenecito por el trazado que sirvió en otro tiempo, algo más de un siglo atrás, para extraer carbón en las primeras minas de la cuenca central asturiana y la consiguiente transformación que tuvo lugar y que cambiaría para siempre a nuestra región, sino también disfrutar un día primaveral en contacto con una naturaleza exhuberante. Hoy la actividad extractiva está en franco declive, a punto de cerrar todos sus pozos, pero queda el registro de más de un siglo de actividad industrial ligada a la minería del carbón y la vida y experiencias de miles de familias que vivieros de ella.
El colofón ha sido una comida en un restaurante singular, que pretende ser una imitación, un tanto chusca, del museo cercano. Después de unos entremeses nos metimos, cual turistas en el paraiso, con una fabada reglamentaria y a continuación una abundante ración de "gochu" al horno. Postres caseros, cafes y los licores digestivos que no deben faltar para animar una sobremesa agradable y levemente musical.
Bon apetit
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