Pero no habiamos venido a comer queso, o exactamente, no solo queso, porque Tino nos convenció diciendo que había comida unas patatas rellenas de las de antes, y también un cabrito guisao impresionante y que de postre probariamos algo de ese queso prodigioso. Y hasta alli fuimos, con parada en Cangas para tomar una sidra. La breve subida desde Llanos de Con es suficientemente empinada como para desear volver caminando, a pesar de la pericia de Ricardo con el autobús; una vez arriba compensan las extraordinarias vistas a los Picos, en un día especialmente despejado de otoño.
Nuestro destino era un modesto bar-tienda que anuncia raciones y tapas pero que esconde mucho más, de momento nos sentamos en una mesa larga y sin pausa nos ponen unas verdinas con caza y patatas rellenas, de las que damos cuenta, algunos repetidamente. Pasado los prolegómenos, por decir algo, nos sirven el cabrito guisado, excepcionalmente tierno y abundante, tal como nos había prometido Tino. El postre obligado de queso Gamoneu elaborado en una quesería cercana, en el mismo pueblo, está sensacional y son muchos los que se apuntan a encargar alguno para llevar a casa. Un correcto crianza de Alcorta, cafés y licores digestivos, hicieron una sobremesa larga para disfrutar del momento y de la privilegiada situación en el corazón del concejo de Onís.
Salud
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