Una vez en la mesa nos sirven un entrante a base de almejas y langostinos a la marinera, para pasar inmediatamente el pote de Antoñana, que hace referencia a la localidad belmontina de donde procede el excelente embutido, que le da un sabor inigualable al resto de componentes del tradicional plato, y tanto la calidad y como la generosidad de las raciones han sido muy bien recibidas por los comensales. El postre de leche cuajada con miel no le ha ido a la zaga. En el capitulo de vino se ha elegido un crianza Conde de Valdemar y los cafes y licores digestivos tradicionales.
Nota: hubo incluso epílogo con aquello que se cantaba en El Sport:
Plis plas cagaste en Candás,
que te vieron los chiquillos
que yeren muy pillos, y taben detrás.
Plis plas, cagaste en Candás.”
Buen provecho
A. Alvarez
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