Bon apetit
jueves, 13 de marzo de 2014
Comida de marzo en Casa Edelmiro
jueves, 13 de marzo de 2014
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Casa Edelmiro, http://www.casaedelmiro.com/
Biedes
Nuestro nuevo compañero Miguel nos lleva para celebrar la entrada de la primavera al vecino concejo de las Regueras, a un restaurante clásico en la localidad de Biedes, muy cerca de San Cucao, desde la carretera que va desde Posada de Llanera hasta la que hace el camino de Avilés. Casa Edelmiro es un clásico que nunca defrauda y que mantiene un menú de fin de semana amplio y variado en el que no faltan para escoger entre la fabada con compango casero, un arroz blanco con chipirones en tinta y una ensalada templada de pulpo y migas de bacalao, para comenzar y después unos lomos de bacalao, fritos de merluza del pinchu, escalopines de ternera con crema de queso de la Peral y cachopinos de ternera. Para los postreros, unos estupendo postres caseros. Para destacar, un crianza de 2010 de las bodegas navarras de Pagos de Araiz de Olite, que pertenecen a las bodegas de Masaveu.
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Asegura la gran Vanesa Ferreiro, de “O rey do pulpo”, que hay que cocinar el pulpo con ‘cariño’. Mas “cariño” es voz que proviene del latín “carere” y significa carecer. No es propio, pues, guisar con carencias. La cocina es, como bien lo refleja áticamente Sócrates Cicuta, la disciplina gastropornocibernética por excelencia, por nacer de Estómago, Sexo y Cerebro al honrar el precepto del Ducado de Gastronia que afirma: “Primum edere, deinde fornicare et denique philosophari” (Primero comer, luego fornicar y, por último, filosofar).
El sabio Trifón se expresa bien al mentar uno de los ocho rabos del pulpo, pues una vez muerto el molusco le cuelgan a éste los tentáculos a semejanza de las colas de los animales (DRAE). Trifón no se refería en particular al miembro viril del cefalópodo que, como es bien sabido, es el tercer brazo derecho del macho, suerte de órgano para la cópula con el que penetra en la cloaca de la hembra. Lo que no se recordó en el Fórum Gastronómico de Santiago es que, hace años, las mujeres pegaban con palos a los pulpos machos para ablandarles, sobre todo, el tercer brazo derecho cuya carne deleitosa se reservaba, con suma discreción, para las doncellas en su banquete de bodas. Se dice que la lucha de la especie por sobrevivir dio algunos ejemplares de pulpos zurdos, pero la mutación quedó abortada con la llegada del frío artificial.