miércoles, 9 de septiembre de 2009

El Bodegón de Teatinos

miércoles, 9 de septiembre de 2009
No hay nada mejor para iniciar el curso gastronómico que volver a los orígenes, para eso Chema nos tiene reservado plato y mantel en un restaurante clásico de la capital carbayona, en origen en el popular barrio de Teatinos, hoy cerca de la iglesia de San Julian de los Prados, joya del prerrománico astur. Esta es la reseña que hace el canal de gastronomía de El Comercio, Yantar:


EL BODEGON DE TEATINOS
Casa de comidas con señas de identidad

El Bodegón, carbayón de pura cepa, gasta una cocina franca, clara y sabrosa

LUIS ANTONIO ALIAS


EL BODEGON DE TEATINOS

Dirección: Puerto de San Isidro, 17. Oviedo.
Teléfono: 985280074.
Fecha inauguración: 1955.
Reinauguración: 1980.
Propietario: Miguel Ángel de Dios Fernández.
Cocinera: Rosario Fernández Uría.
Menú laborables: 6 primeros y 5 segundos a escoger, 10 euros.
Menú sábados: selección de la carta, 13 euros.
Precio medio: 20 euros.
Día de descanso: domingo, excepto víspera de festivos.
Tarjetas: sí.
Aparcamiento: Centro Comercial Los Prados, a unos 200 metros.

Está la vinatería con su altillo bohemio e intimista, y la casa de comidas que separa comedores según el cigarrillo manda, y el nuevo salón de amplia barra, y las dos climatizadas bodegas donde descansan centenares de botellas procedentes de los cuatro puntos cardinales españoles –desde el cosechero sencillo y noble a la joya escasa y venerada–, y las acristaladas fachadas ante los jardincillos, y la entrada con terraza entoldada... Y en conjunto está el pequeño laberinto de espacios, usos y ambientes que unifica un común ambiente mesonero vetusto y vanguardista, aldeano y urbano, originalísimo siempre, con compartimentos de ladrillo y madera, y vanos, alféizares, repisas y apoyos donde Miguel Ángel de Dios, decorador de profesión, ordena su creciente colección de antigüedades y curiosidades: balanzas, calderos, relojes de pared, viejas radios, planchas de hierro, cafeteras antañonas, jarras, zapicas, pinturas y fotos de tema asturiano, cuadros vanguardistas de tema vinícola, viejos anuncios de prensa y, colgadas de los techos, decenas de grandes llaves que abrieron casonas, iglesias, hórreos, tenadas y cerraduras de portones macizos y remotos.

Tal vez alguna de ellas abrió, hace más de cincuenta años, la vinatería que dio origen a la bodega, un local con graneles que abriera ‘El Chato’, conocido boxeador, al retirarse del ring. Lugar de encuentro y tertulia que no aceptaba fácilmente la presencia de mujeres, cambió de orientación tras adquirirlo Luis, taxista de profesión y cliente fiel. No tardó Rosario, la esposa, en aportar a la cocina hostelera las grandes habilidades ejercidas en la casera, y pronto una nutrida –y bien nutrida– clientela familiar y profesional acudió al reclamo gustoso de unos platos que, derribado el edificio y trasladado y rehecho el bodegón bajo las nuevas orientaciones profesionales y estéticas de Miguel, el hijo, son ya santo y seña de identidad: hígado, ‘uñes de ‘gochu’, lengua guisada, picadillo de caza y aldea, huevinos de corral, potes lentos y sustanciosos, verduras de la huerta...
Y unos callos famosos por virtud propia, que el comensal alegra a voluntad con un aceite picante digno de comercialización y etiqueta. Y hablando de callos, Teatinos ofrece desde hoy jueves y hasta el próximo sábado un menú de desarme de acreditado gusto y renombre.

La ‘b’ de bodegón, en este caso, viene acompañada de las otras tres que debe reunir todo servicio adquirido: bueno, bonito y barato.

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