lunes, 15 de abril de 2013
“La Marina te llama”
lunes, 15 de abril de 2013
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Al final de los años sesenta del pasado siglo (y parece que fue ayer)
la armada española había emprendido un proceso de modernización con la puesta
en servicio de nuevos navíos y nuevas tecnologías. Pero las máquinas nada son
sin personal y por ello el Arma necesitaba incorporar a sus efectivos personal
con preparación adecuada y también a quienes quisiesen adquirir los
conocimientos necesarios dentro de la vida castrense.
Por lo que emprendió una campaña publicitaria que se apoyaba en esta
frase.
Los integrantes de la Peña hemos
sentido a principios de este mes esa llamada….Un poco tarde mayormente, he de
reconocerlo, y además, no fue la Marina quien me llamó, si no nuestro colega
Pepe Mallo.
El motivo no era el mismo, aunque la conversación que mantuvimos podía
perfectamente haber empezado por ahí: “¿Vienes el sábado a La Marina?… ¡No, en
esa no tontu! En la de Puerto de Vega (lo de tontú no lo dijo, porque Pepe ye
educau, pero estoy seguro de que lo pensó).
Y la verdad es que tendría que haberme dado cuenta de ello antes,
porque estuvimos allí en otra ocasión; y trajimos buen recuerdo.
En fin: el caso es que a la una menos cuarto nos recogió a los quince
participantes nuestro Ribelbús de cabecera para llevarnos a destino.
Seguiríamos el mismo protocolo que la vez anterior, primero a Cartavio
y luego retroceder un poco hasta donde naciese el Marqués de Santa Cruz.
Coincidencia en la ruta y coincidencia climática, porque la vez pasada
llovió, y esta también. El viaje resulta ahora un poco más breve por haber
entrado ya en servicio un tramo más de la autopista de occidente. Está bien,
pero mejor sería que los plazos previstos se hubiesen cumplido, y lo de El Bao
ya estuviese solucionado, pero ciertamente tardamos un poco menos.
Rapón con Ramón
El Rapón ya sabéis lo que es: una especie de tortu típica de la zona,
adecuada para el picoteo ya abrir boca. Ramón fue el vino de acompañar: Ramón
Blibao. Que debe de estar haciendo promoción de la botella “magnum”, porque de
esas nos sirvieron, y como observé después algo parecido en El Cafetín de la
Plaza Mayor pues…
Bueno: el caso es que tras la degustación regresamos al microbús y con
el día mejorando francamente, llegamos a Puerto de Vega en tiempo preciso para
pasar directamente a la mesa.
Antes de partir del Hotel Cartavio echamos un vistazo a la hermosa
morada de nuestro compañero Pepe, tan bien atalayada en la finca, y rodeada de
verdes campos que custodian fieros canes.
¡Se sienten , coño!
No hizo falta decir nada de esto, quien más y quien menos le apetecía
comenzar la colación, que no se hizo esperar.
Comenzamos con un pate, más bien una “mousse” de marisco muy buena y
luego, en lugar de repetir la ensalada tibia de la vez anterior, nos sirvieron
pulpo con patatas.
Después llegó el plato fuerte: el arroz con langostinos. Muy rico,
pero menos suelto que la vez pasada. Abundante nadie quedó insatisfecho.
Los postres de La Marina son de calidad y el vino de la comida fue
para la mayoría un Albariño rico y que estaba a temperatura adecuada.
La comida fue distendida y aun hubo tiempo para dar un pequeño paseo
hasta el espigón del puerto. Ya que la tarde quedó soleada, no podíamos perder
la oportunidad de gozar de unos minutos del sol primaveral; del que andamos tan
escasos.
Esa circunstancia ha favorecido también que la foto de rigor se
pudiese hacer a gusto y no sólo esa si no algunas más. Testimonio gráfico de
que estábamos felices y contentos.
¡Y ahora nos espera mayo, con sus flores!
Santiago González Estrada
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Asegura la gran Vanesa Ferreiro, de “O rey do pulpo”, que hay que cocinar el pulpo con ‘cariño’. Mas “cariño” es voz que proviene del latín “carere” y significa carecer. No es propio, pues, guisar con carencias. La cocina es, como bien lo refleja áticamente Sócrates Cicuta, la disciplina gastropornocibernética por excelencia, por nacer de Estómago, Sexo y Cerebro al honrar el precepto del Ducado de Gastronia que afirma: “Primum edere, deinde fornicare et denique philosophari” (Primero comer, luego fornicar y, por último, filosofar).
El sabio Trifón se expresa bien al mentar uno de los ocho rabos del pulpo, pues una vez muerto el molusco le cuelgan a éste los tentáculos a semejanza de las colas de los animales (DRAE). Trifón no se refería en particular al miembro viril del cefalópodo que, como es bien sabido, es el tercer brazo derecho del macho, suerte de órgano para la cópula con el que penetra en la cloaca de la hembra. Lo que no se recordó en el Fórum Gastronómico de Santiago es que, hace años, las mujeres pegaban con palos a los pulpos machos para ablandarles, sobre todo, el tercer brazo derecho cuya carne deleitosa se reservaba, con suma discreción, para las doncellas en su banquete de bodas. Se dice que la lucha de la especie por sobrevivir dio algunos ejemplares de pulpos zurdos, pero la mutación quedó abortada con la llegada del frío artificial.