viernes, 11 de octubre de 2013
sábado, 5 de octubre de 2013
Club de Campo
sábado, 5 de octubre de 2013
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Casi exactamente los años de existencia de esta Peña Gastronómica son los que Antonio Maseda ha estado al frente de la hostelería en el Club de Campo de La Fresneda, y por eso y porque ha anunciado su próxima jubilación hemos querido hacer una comida en el Club en forma de homenaje a su buena labor, seriedad y profesionalida todos estos años. El menú elegido para el evento ha comenzado con unos calamares frescos y unos bocartes rellenos estupendos, para pasar a continuación a una fabada correcta, abundante y en su punto. De postre una selección de quesos asturianos, entre los que destacaban dos de afuega el pitu y ahumado de Pria y Peñamellera. Como casi ninguna comida por esta tierra se termina sin algo dulce, dimos cuenta de unos sabrosos frisuelos con chocolate, placer máximo para los más "llambiones". Cafes y licores digestivos en la estupenda terraza del Club, que dirige con mano firma nuestro compañero Juan Muga.
Bon apetit
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Asegura la gran Vanesa Ferreiro, de “O rey do pulpo”, que hay que cocinar el pulpo con ‘cariño’. Mas “cariño” es voz que proviene del latín “carere” y significa carecer. No es propio, pues, guisar con carencias. La cocina es, como bien lo refleja áticamente Sócrates Cicuta, la disciplina gastropornocibernética por excelencia, por nacer de Estómago, Sexo y Cerebro al honrar el precepto del Ducado de Gastronia que afirma: “Primum edere, deinde fornicare et denique philosophari” (Primero comer, luego fornicar y, por último, filosofar).
El sabio Trifón se expresa bien al mentar uno de los ocho rabos del pulpo, pues una vez muerto el molusco le cuelgan a éste los tentáculos a semejanza de las colas de los animales (DRAE). Trifón no se refería en particular al miembro viril del cefalópodo que, como es bien sabido, es el tercer brazo derecho del macho, suerte de órgano para la cópula con el que penetra en la cloaca de la hembra. Lo que no se recordó en el Fórum Gastronómico de Santiago es que, hace años, las mujeres pegaban con palos a los pulpos machos para ablandarles, sobre todo, el tercer brazo derecho cuya carne deleitosa se reservaba, con suma discreción, para las doncellas en su banquete de bodas. Se dice que la lucha de la especie por sobrevivir dio algunos ejemplares de pulpos zurdos, pero la mutación quedó abortada con la llegada del frío artificial.