La Marina, en Puerto de Vega ha sido el restaurante elegido por nuestro cofrade Pepe Mayo, que por lo tanto ejerció de anfitrión.
Partimos hacia el occidente catorce comensales en el Ribelbús de ordenanza con Ricardo al volante. Hacía tiempo que no salíamos en esa dirección y ello nos ha servido para comprobar que aun queda bastante para que la autovía se termine.
Hemos hecho, como acostumbramos, una parada "in itínere", pero a diferencia de otras ocasiones, fue en Cartavio; mas allá de nuestro lugar de destino. La razón fue que aprovecharíamos el aperitivo - en el Hotel Cartavio - para que el anfitrión nos pudiese mostrar desde allí "Mallo ´s Manor" y el predio que la rodea. ¡Cuanta belleza! Desde la casa, el Cantábrico cierra el horizonte y las verdes praderas son un vitaminas para el alma...
Entre parabienes al afortunado, volvimos sobre nuestros pasos hasta Puerto de Vega.
Un breve trecho desde el puerto, donde dejamos el transporte, nos llevó puntuales a La Marina.
El ritmo de la comida se acopló a la necesidad de dar al plato fuerte - arroz caldoso con gambas - el tiempo preciso para que llegase a la mesa en su punto.
Antes de ello vinieron las entradas: un sueve y sabroso paté de pescado y marisco y luego ensalada tibia de anchoas, pimientos, queso y lechuga.
Postre principalmente casero con cuajada y nueces. El vino, rioja.
El café y los chupitos de licor en su momento. Todo bien servido y en su punto y a precio razonable.
El regreso fue placentero, como la ida. Alguna que otra chanza a cuenta de la liga de futbol y los "pigazos" de costumbre...
Quedó por decidir quien, donde y cuando convoca la comida de junio. Que cerrará la temporada previa al verano.
Santiago G. Estrada
Asegura la gran Vanesa Ferreiro, de “O rey do pulpo”, que hay que cocinar el pulpo con ‘cariño’. Mas “cariño” es voz que proviene del latín “carere” y significa carecer. No es propio, pues, guisar con carencias. La cocina es, como bien lo refleja áticamente Sócrates Cicuta, la disciplina gastropornocibernética por excelencia, por nacer de Estómago, Sexo y Cerebro al honrar el precepto del Ducado de Gastronia que afirma: “Primum edere, deinde fornicare et denique philosophari” (Primero comer, luego fornicar y, por último, filosofar).
El sabio Trifón se expresa bien al mentar uno de los ocho rabos del pulpo, pues una vez muerto el molusco le cuelgan a éste los tentáculos a semejanza de las colas de los animales (DRAE). Trifón no se refería en particular al miembro viril del cefalópodo que, como es bien sabido, es el tercer brazo derecho del macho, suerte de órgano para la cópula con el que penetra en la cloaca de la hembra. Lo que no se recordó en el Fórum Gastronómico de Santiago es que, hace años, las mujeres pegaban con palos a los pulpos machos para ablandarles, sobre todo, el tercer brazo derecho cuya carne deleitosa se reservaba, con suma discreción, para las doncellas en su banquete de bodas. Se dice que la lucha de la especie por sobrevivir dio algunos ejemplares de pulpos zurdos, pero la mutación quedó abortada con la llegada del frío artificial.