La propuesta de nuestro cofrade Luismi de degustar un asado tradicional de cordero y cochinillo en Santullano de Mieres nos sorprendió a todos. Sorprendente y muy agradable resultó para la Peña Gastronómica el descubrimiento del Restaurante “El Cruce”. Situado a la entrada del puente sobre el río Caudal (que fue paso obligado del antiguo Camino Real de Castilla), muy cercano al Palacio del Vizconde de Heredia en Villarejo y a la vera de la casona que fuera residencia de Don Aniceto Sela y Sampil, eminente jurista y prohombre del concejo Mierense, el Restaurante “El Cruce” cuenta con 60 años de existencia, aunque ha sido completamente reformado en los últimos meses, habilitándose la parte baja del mismo con un nuevo comedor en el que destaca un gran horno de leña que ocupa por completo una de sus esquinas.
La comida se compuso de entrante con fiambres y embutidos que se continuó de una sabrosa cazuelita de callos. El cochinillo y el cordero asados que los secundaron fueron memorables. Nada que envidiar a un rostrizo abulense o a un buen cordero burgalés. Postres variados para solaz de los golosos, vino de crianza riojana de “Ramón Bilbao” y licores digestivos.
Tras la comida, y ya bien entrada la tarde, cruzamos el puente para tomar el tren de vuelta a casa.
Juan Hevia
Asegura la gran Vanesa Ferreiro, de “O rey do pulpo”, que hay que cocinar el pulpo con ‘cariño’. Mas “cariño” es voz que proviene del latín “carere” y significa carecer. No es propio, pues, guisar con carencias. La cocina es, como bien lo refleja áticamente Sócrates Cicuta, la disciplina gastropornocibernética por excelencia, por nacer de Estómago, Sexo y Cerebro al honrar el precepto del Ducado de Gastronia que afirma: “Primum edere, deinde fornicare et denique philosophari” (Primero comer, luego fornicar y, por último, filosofar).
El sabio Trifón se expresa bien al mentar uno de los ocho rabos del pulpo, pues una vez muerto el molusco le cuelgan a éste los tentáculos a semejanza de las colas de los animales (DRAE). Trifón no se refería en particular al miembro viril del cefalópodo que, como es bien sabido, es el tercer brazo derecho del macho, suerte de órgano para la cópula con el que penetra en la cloaca de la hembra. Lo que no se recordó en el Fórum Gastronómico de Santiago es que, hace años, las mujeres pegaban con palos a los pulpos machos para ablandarles, sobre todo, el tercer brazo derecho cuya carne deleitosa se reservaba, con suma discreción, para las doncellas en su banquete de bodas. Se dice que la lucha de la especie por sobrevivir dio algunos ejemplares de pulpos zurdos, pero la mutación quedó abortada con la llegada del frío artificial.